Cuesta no relacionar directamente la figura del desaparecido con la dictadura. Sin embargo, y más allá de las diferencias, las desapariciones forzadas en democracia también suceden, esté quien esté en el gobierno. Cuando no se trata de las fuerzas armadas, se trata de las fuerzas de seguridad. LCV charló con Adriana sobre los motivos detrás de la investigación, el olvido de los casos y la memoria de la sociedad.
–Tenía interés en plasmar en un libro lo que había sido toda la causa por la desaparición de Jorge Julio López. Estamos hablando del 2006. Eso no se concretó por diversas razones, me pasó lo mismo cuando desapareció Santiago Maldonado. Vos sabés bien que cuando una cubre algo casi en exclusiva durante los días que eso está sucediendo juntas un montón de material. Me pasó eso y tenía realmente un montón de material pero tampoco pudo ser Maldonado. Cuando estábamos trascurriendo los primeras semanas del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio en 2020, ocurren las desapariciones de Facundo Astudillo Castro y de Luis Espinosa. En ese momento un poco lo que sentí fue la necesidad de, en vez de hacer una historia, un libro sobre un desaparecido, tratar de contar todas las historias. Tomando como base el listado de la CORREPI que, como saben, recopila todos los casos de víctimas de violencia policial desde el ’83 hasta ahora. Tenían separados en un listado aparte los episodios que habían sido desapariciones, ya sea que el cuerpo apareció o no. De modo tal que decidí hablar de las desapariciones forzadas en Argentina en los gobiernos constitucionales y así fue un poco la idea del libro, entre otras razones.
LCV: ¿Las otras razones no tienen que ver con romper la torta de Rogel de que una noticia tapa la otra y entonces nos olvidamos de lo que pasó?
-Yo lo llamo ir a contra agenda. Esa inercia me generaba que en el momento en que vos te involucras, conoces a las familias, ves tan de cerca esto que es como la tragedia máxima, porque ya de por sí perder un hijo es inenarrable, pero ya que no esté el cuerpo es demasiado. Entonces me pasaba eso. Uno por ahí de Miguel Bru se acuerda porque es La Plata, fue uno de los más difundidos, Rosita sigue viva y está siempre peleando pero algunos van quedando en el olvido. Otros son casi desconocidos, el caso de Elías Gorosito, Víctor Balbuena, de Diego Duarte. Diego Duarte era un joven que revolvía la basura en el CEAMSE y su cuerpo no está. Vos sabes que Alicia Dujovne Ortíz escribió una novela con su caso y aún así es casi desconocido. Entonces es un poco el objetivo rescatar las historias que no se conocen. También la extensión de todo el país. Hay desaparecidos hasta en Tierra del Fuego. Entonces las dos cosas: no olvidar y conocer lo nuevo y a los casos más conocidos tratar de aportarle periodística y narrativamente algún aporte para que quien lo conoce no lea la misma historia que ya leyó.
LCV: ¿Quién es Otoño?
-Otoño Uriarte es una joven hermosa. Quien googlee en este momento su nombre verá que tenía unos ojos increíbles. Otoño desapareció, estuvo desaparecida. Su papá la sigue buscando. Otoño y Marita Verón son dos de las víctimas de trata que está comprobado que haya habido connivencia policial. Por eso están en el libro. Yo no me metí con todo el universo de chicas de trata porque es casi para otro libro. Ahí se habla de cifras de 400 y además es delicado porque en algunos casos las chicas se “van” por su voluntad con promesas de mejoría de vida y claro, una vez que están en la red no pueden salir. Es complejísimo. Si ya es complejo en los otros lados es aún más difícil. Uno sospecha que detrás de la trata está la policía pero muy pocas veces se ha podido probar. Como este listado es muy riguroso en este aspecto no quiere decir que no las conozca ni las investigue, estoy siempre pendiente, pero sí están acompañando a Otoño las chicas de doble femicidio de La Dársena; las chicas del triple crimen de Cipolletti. Te agrego una cosa a lo que vos decís de la visibilidad. Vos bien decís que el promedio de las desapariciones son chicos pobres, varones, algunos que se niegan a ser reclutados por la policía y entonces ese escarmiento truena con todo, pero yo te podría decir que hay dos puntas en el libro. Vos tenés que a los efectos técnicos Osvaldo Sivak fue un desaparecido y yo me preocupé porque con el tema Maldonado tomé contacto con todo lo que fue la cosmovisión Mapuche, entonces en el equipo de investigación que armamos hay una compañera colega que trabajó con el caso de los desaparecidos aborígenes e indígenas. Así que a la lista de CORREPI le agregamos doce desapariciones más. Te puedo asegurar que esas son las que más cuestan, triple trabajo para ser visibilizadas porque claro, son indios para la mirada central.
LCV: Recuerdo determinado sector, muy militante de los DDHH de los desaparecidos, de los hijos hijos apropiados y demás, que no quiere que la palabra desaparecidos se ubique en democracia, quiere que se diga de otra manera. Por qué queremos camalonear una situación que es esto: una persona de sale de su casa, no vuelve más y hay un crimen de por medio. Eso se llama desaparición.
-Sí. Absolutamente de acuerdo. En los primeros años, en los años ’90, los organismos de derechos humanos si se enteraban que había torturas en una comisaría, no digo que adrede miraban para otro lado, pero sentían que la prioridad era juzgar lo que tenía que ver con el genocidio. Costó muchísimo dar un paso adelante en la concientización de que era importante prestar atención a eso. Ya te digo, son como ocho mil las muertes totales a manos de la fuerzas de seguridad y policiales. A mí me parece que la palabra desaparecido está tan fuertemente connotada en nuestro inconsciente colectivo que un poco es inconcebible que suceda en democracia pero yo hago una apuesta e incluso le pongo en democracia a propósito porque alguien dirá “no, esa categoría”, “es marketinera”, y sí: yo necesito llamar la atención porque estos también son desaparecidos. Acá también hay un uniforme, arma reglamentaria, hay fiscales, morgues, jueces, cómplices, el entramado es muy similar. Lo dice siempre Ragendorfer, que es un gran periodista a quien admiro mucho. Ricardo habla como lo hacía también Rodolfo Walsh cuando hablaba de la policía del gatillo alegre, que después fue el gatillo fácil y de la mano en la lata. Esa corrupción, ese vale todo, lamentablemente es como un río subterráneo que sigue. Por supuesto que no estamos hablando de algo sistemático pero el hecho de que siga sucediendo… Otra de las razones para hacer el libro es esto. Fuimos capaces ejemplarmente de juzgar el genocidio y lo seguimos haciendo. Cómo puede ser que falten en democracia dispositivos como un banco de datos de ADN, como registrar los NN de los cementerios. Cómo puede ser posible que en 2020 sea tan fácil para los policías que lo mataron a Luis Espinosa en Tucumán, tirar el cuerpo en otra provincia y a la familia decirle “se habrá escapado con la recaudación de la carrera que fuimos a disolver”. Entonces eso es lo que a mí me revuelve las tripas y me hace seguir prestando atención a estas situaciones. Creo que nos debemos eso en la agenda.
LCV: Insisto con el tema de que tenemos una memoria selectiva y clasemediera.
-Absolutamente. Te voy a dar un ejemplo para esto y es un dato que para mí no se conoce mucho y hasta para mí era novedoso y lo encontré para hacer el libro. Vos podes creer que en la autopsia de Luciano Arruga, y aparte de un caso que todos conocemos bien, el médico forense que hizo la autopsia cuando le traen el cuerpo en la descripción pone: masculino, caucásico entre 25 y 35 años. Luciano Arruga era morocho y tenía 16. Vos explicame cómo lo va a encontrar la familia, que además era indocumentado. Luciano no tenía documentos, porque además esa es otra realidad ¿Sabemos los que estamos sentados con aire acondicionado que hay enorme cantidad de persona que no tienen documentos en Argentina? Su mamá gritaba en la comisaría de Lomas del Mirador y los policías no dejaban intervenir porque decían “señora, usted no me trae los documentos”. Y es así la realidad. Como a veces no tienen para ir al laburo o para ir a aplicarse una vacuna pero el médico forense hizo esa descripción ¿Cómo lo iban a encontrar? Y me decía Virginia Creimer “no miran, no les importa; es morocho, pasa de largo”. El expediente lo resuelve la policía, y la fiscal del aire acondicionado ni lo mira, le pone la firma. Son morochos. Te juro que en los 218 casos del libro, la mayoría son eso.