Adriana Meyer periodista, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y madre de mellizos. Redactora en Página|12, columnista del programa “Marca de Radio”, colaboradora de La Izquierda Diario y otros medios independientes.
En 2021 publicó su libro Desaparecer en Democracia. Cuatro décadas de desapariciones forzadas en Argentina (Marea Editorial), donde condensa una investigación de años. Su especialización sobre temáticas relacionadas a los derechos humanos y las libertades democráticas la convirtió en una analista permanente de los dispositivos comunicacionales del poder. Aquí responde algunas preguntas que La Izquierda Diario comparte con ella y otros especialistas, con motivo de nuestros diez años de existencia. Lo que incluye una valoración (por demás positiva) de esta experiencia periodístico-política de la que decidió ser parte.
- Cómo definirías el panorama actual del sistema mediático-periodístico en el país, incluyendo prensa escrita, medios online, televisión, radio y el exponencial crecimiento de las redes sociales como fuentes de información y, por qué no, también de desinformación?
Claramente es muy diferente al panorama con el que crecimos. Por ejemplo, cada vez menos los diarios marcan agenda. En términos de calidad, la mayoría de los “grandes” medios ha bajado mucho. Por la positiva, a diferencia de años atrás se consolidaron algunos medios alternativos muy valiosos como Perycia, Cítrica, Presentes y, por supuesto, La Izquierda Diario, de los cuales los periodistas con agenda social nos nutrimos en forma permanente, más ahora que ya no está la agencia Télam. Como nuevo producto me gusta la idea y cómo está hecho elDiarioAr, pero no coincido en todas sus líneas, a veces es muy mirada palermitana.
Al fenómeno del streaming todavía no termino de comprenderlo, me aburre tanto como los podcasts. Y las redes sociales son un párrafo aparte, el campo predilecto de las operaciones y las fake news. Pero no se trata de prescindir de ellas, sino de usarlas en beneficio propio. “Domar el algoritmo”, como dicen por ahí.
- ¿Se puede hacer alguna distinción general de usuarios según temáticas, edades, estudios, clase social e incluso influencia de las políticas públicas en el consumo?
No soy experta para responder esta pregunta. Sólo puedo decir que los adolescentes viven en Tik Tok, casi todo lo demás les “resbala”. A nivel ideológico y de clase, cada quien consume los medios con los que está de acuerdo.
- Ante una realidad política y social muy agitada, ¿cómo se ve afectado y/o cómo se preserva el valor del periodismo de autor, de la investigación periodística y de la confianza en las noticias como insumo para la formación de la “opinión pública”?
En primer lugar, el valor del periodismo de autor y de la investigación periodística está afectado por la dominante precarización laboral y los bajísimos salarios, crecen los colegas que facturan y bajan los que trabajan en blanco. Respecto de la confianza, el periodismo en general ha caído varios puntos en la consideración y valoración del público en las últimas décadas. Actualmente la formación de la “opinión pública” surge más de las redes sociales que de las producciones de la prensa.
- Una de las llamadas “batallas culturales” del Gobierno de Milei se presenta contra “el periodismo” tal como lo conocemos, incluso con mucha virulencia contra quienes podrían ser considerados más aliados suyos que enemigos. ¿Qué objetivo se puede vislumbrar en esa campaña permanente?
Ningún gobierno quiso al periodismo, pero lo disimularon mejor. Como todo en él, su odio es explícito y básicamente atenta contra la transparencia en la función pública y el derecho a la información. Pero no son aspectos que le importen a un gobierno autoritario como éste. Varios episodios pueden ilustrar esto. Por un lado, el propio gobierno encabeza juicios contra periodistas –Carlos Pagni, Jorge Lanata, Mónica Gutiérrez y Nancy Pasos, entre otros–, porque no admite cuestionamiento alguno y está dispuesto a usar los Tribunales para mandar su mensaje disciplinador. No duda en calificarlos como “ensobrados”, “pauteros” y “esbirros manipuladores” o “cómplices de los verdaderos violentos”.
Otro hecho no casual es el hecho de que durante las recientes represiones, en particular durante el verano, las balas de los operativos conjuntos de fuerzas policiales y de seguridad estuvieron dirigidas a los y las cronistas, equipos de TV y reporteros gráficos. Tener chaleco de prensa en lugar de preservarse te convertía en blanco. Pero agregaría que hasta hay un componente de desprecio por la labor periodística que se pone en escena con cada conferencia de prensa del vocero Manuel Adorni, por el tono burlón de muchas de sus respuestas e incluso réplicas y ataques personales en redes de su parte contra acreditados en Casa Rosada. El colmo de esto es cuando directamente el Presidente de la Nación se enoja en vivo con sus periodistas amigos.
- A su vez el Gobierno viene tomando medidas que fortalecen el mercado ya concentrado de medios de comunicación. ¿Qué consecuencias pueden esperarse en el corto y mediano plazo en ese terreno?
Más allá de los esfuerzos de tantos emprendimientos genuinos periodísticos, la consecuencia de esta concentración es el acallamiento de voces disidentes, de los problemas cotidianos de las clases marginadas, de los pueblos originarios, que ya de por sí tienen casi nula presencia en los medios. Un panorama ya malo va a empeorar. Además, la concentración no hace sino empeorar las ya difíciles condiciones laborales y salariales de los y las periodistas. En un artículo publicado por Anfibia, los expertos Martín Becerra y Guillermo Mastrini hicieron un diagnóstico que comparto. Milei no busca aliados en los medios nacionales como hacían sus antecesores, y está obsesionado con los gigantes de las big tech globales. Entonces los dueños de los medios tradicionales no tienen interlocutores para negociar nada y tratan de sobrevivir en un mercado publicitario que cayó en picada. No son una excepción los diarios impresos porque los ingresos por pauta se redujeron al 1% de lo que facturaban en 2010. Además, Becerra y Mastrini afirman que la TV perdió el primer puesto en la torta y ahora lo ocupan los medios y plataformas digitales que intentan crear comunidades y modelos económicos alternativos para subsistir.
- Con sus particularidades, medios como La Izquierda Diario, que está cumpliendo diez años, también forman parte de ese universo nacional. ¿Cómo ves a nuestro medio en este contexto de transformaciones?
Veo a La Izquierda Diario como lo sentí desde el primer día, como aire fresco, como un espacio imprescindible donde encontrar lo que no se publica en ningún otro lado. Festejo con los compañeros y las compañeras esta década, sé que no fue fácil, sé que han buscado mejorar y renovarse constantemente, pero estén orgullosos porque hacen un excelente producto comunicacional.
Acerca de la entrevistada
Adriana Meyer nació en Miramar en 1970. Licenciada en Ciencias de la Comunicación y docente universitaria (UBA), es redactora en Página/12, y como columnista de Justicia y Sociedad acompaña a Eduardo Aliverti en radio La Red. Colabora en las revistas Cítrica y Acción, entre otros medios. Escribió Desaparecer en democracia, cuatro décadas de desapariciones forzadas en Argentina (Marea 2021) y el prólogo del libro de Miguel Graziano, En el cielo nos vemos, la historia de Jorge Julio López.