Pablo Melicchio es psicólogo y escritor, publicó El lado Norita de la vida (Marea, 2019), El mundo sin mamá (Palabrava, 2021), entre otros. La isla interior es su último libro, editado por Marea.
La isla interior también es un campo de batalla, ese campo que persiste aun después del sacrificio del cuerpo.
Pablo Melicchio lo aborda con mesura, sensatez y sensibilidad.
Recorre la memoria, funciona como disparador para rescatar el olvido, desbloquea los intersticios, las zonas oscuras y en ese camino ayuda a sanar las cicatrices; o por lo menos a ponerlas en palabras.
A 40 años de la Guerra de Malvinas los excombatientes, veteranos y veteranas continúan reclamando justicia.
El pedido implica romper con el manto de silencio, el pacto que los superiores les exigieron en nombre de la Patria.
Pablo Melicchio conversa sobre esas injusticias en la guerra y después de la guerra.
Los testimonios de Reynaldo Arce, Darío Correa y Alberto Filippini abren la puerta de un mundo donde conviven emociones dispares como la culpa, la negación, el olvido, el miedo y la incertidumbre; Pablo Melicchio las interpela, las advierte, las decodifica para transformarlas en luz.
Son experiencias personales pero que también constituyen un factor común de toda una generación diezmada por una acción bélica que podría haberse evitado.
La isla interior amplia el universo de lectores, porque el autor analiza un tema trabajado de múltiples formas con una visión diferente, una característica singular, su profesión de psicólogo que lo acompaña en todo lo que escribe.
El libro está dividido en Tierra, con la voz de Reynaldo; en Agua, con la voz de Darío; en Aire, con la voz de Alberto y en Fuego, con la del autor.
Como si se tratara de una ficción cada punto de vista está conformado por un personaje desde donde se cuenta la trama, con un único narrador que se detiene ante cada escena y como dice en la introducción se pregunta por qué: “El hecho que voy a referir sucedió en un tiempo que no pude entender, por eso la razón de ser de la escritura de este libro.”
La mirada del autor en La isla interior, tres vidas después de Malvinas, se inicia desde la infancia de los protagonistas, allí encuentra los aciertos, las coincidencias, los deseos, el poder de las palabras de cada uno con respecto a la guerra en algunos momentos de sus vidas y teje una trama que vista en presente cobra coherencia y significado.
Los relatos son conmovedores, la linealidad en las historias también; y no por azar el escritor también habla del destino.
El autor escucha y capta los detalles, entonces las escenas se tornan reales y los días puntuales parecieran volverse a vivir: la convocatoria a la guerra, el regreso y el encuentro con los padres.
Cada elemento de la naturaleza que forman los capítulos son nada más ni nada menos que las bases de los excombatientes.
Reynaldo, fue un soldado de tierra: “La respiración en la trinchera es una suerte de lenta asfixia. Apoyado contra la pared de tierra húmeda, Reynaldo más de una vez sintió la proximidad de la muerte, no diría que la deseaba, la esperaba porque la sabía cercana, como un pariente que nada por el pueblo y que de un momento a otro puede tocar el timbre de la casa.”
Darío es un sobreviviente del Hundimiento del ARA General Belgrano: “El ARA General Belgrano temblaba, era un gigante afiebrado. Darío volvió a caer y a perder la conciencia, una suerte de pequeña muerte, muestra de la que un día será definitiva.” “Pasaban las horas sin novedades. La balsa se zarandeaba en el mar. Iba anocheciendo y la oscuridad se tragaba el paisaje.”
Alberto, era aviador militar y fue el encargado de decir qué armamentos deberían llegar: “¿Qué siente el piloto cuando ya está adentro de su nave? El avión es el cuerpo y el piloto la mente. Cuerpo y mente. ¿Y el espíritu? Quizá sea esa energía que fluye entre el piloto y el avión en pleno vuelo.
Alberto estaba dentro de su avión, listo para el despegue. Llegaron los procedimientos de rutina. El mecánico lo ayudó a atarse, como si regresara al útero materno. El asiento eyectable, los elementos de seguridad, el armamento. Alberto estaba sumido en un solo pensamiento: Malvinas. “
La guerra de Malvinas es una herida abierta, una deuda de la que somos parte como sociedad. Un presente que exige Soberanía, Memoria, Verdad y Justicia.
Cada expresión artística, cada palabra, homenaje o recuerdo es un aporte a la memoria del país, como expresa Pablo en el último elemento: “Cada guerra tiene un inicio, pero no tiene un final. Los sobrevivientes y los nuevos muertos, los campos devastados, las bombas que explotan después, las familias y sus duelos, lo que realmente sucedió y sus mil versiones. Los refutadores de la historia viva y los precursores del olvido les arrojaron baldes de negacionismo a los hechos que no servían para sus objetivos políticos. Impusieron su punto final. Sin embargo, cada tanto aparece el soplo de la revisión, el vientecito de las mujeres y de los hombres que luchan por hallar lo ocultado, las verdades que resisten vivas en la memoria y desde las cenizas puede reavivarse el fuego de la historia que se suponía apagada".